Esta preparación a base de harina de mandioca y queso es el resultado del encuentro entre guaraníes y jesuitas a partir del siglo XVII en América del Sur.
Su historia es similar a tantas preparaciones autóctonas que se nutrieron del encuentro entre los pueblos precolombinos y los conquistadores españoles.
En el caso del (o de la) chipá (al ser un término guaraní no debería llevar género), está documentado por los misioneros jesuitas que llegaron en el siglo XVII a la región delimitada por los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay que ya existía un pan de mandioca elaborado por los indios guaraníes que habitaban toda esa área.
El actual chipá, introducido por la cultura guaraní, es elaborado con harina de mandioca, queso duro, leche, manteca y huevos (en el sur de Brasil se lo conoce como “pão de queijo”) y que se sirve en restaurantes y casas de familia pero también se vende en la calle. Este pan tiene forma de bollo pequeño (no más de 5 cm. de diámetro) y es crocante por fuera y tierno por dentro, con un marcado sabor a queso.
En la gastronomía del noreste argentino (que comparte con la cocina paraguaya por su origen guaraní) existen otras variantes del chipá pero que dejan de ser panes. Es así que se preparan en restaurantes y hogares el “chipá guasú”, que consiste en un pastel elaborado con choclo, o el “chipá so’o”, que es el mismo pastel relleno de carne vacuna picada (lo que se conoce como “so’o” en guaraní).