Novedoso, saludable y sabroso, el salamín de tomate seco Carayá es un emprendimiento de tipo artesanal que cada vez gusta más en el mercado argentino.
Este original producto elaborado por Luis Álvarez empezó comercializándose en ferias veganas y dietéticas y hoy se amplía su distribución a más mercados en todo el país.
Este emprendimiento nació de la mano de su creador en plena transición al veganismo como estilo de vida. Luis contó a gastronomía.com que sin proceder de la industria alimenticia, su emprendimiento llegó de la mano con el deseo de consumir alimentos que -en la transición de convertirse al veganismo - reemplacen los productos cárnicos y en ese público fue donde más caló el consumo del salamín de tomate seco, aunque no el único.
El mismo está elaborado con tomates provenientes de Mendoza y San Juan, de producción agroecológica y premium. En el proceso de elaboración el tomate se amasa, se hidrata, se mecha con especias y con conservantes como acido cítrico y una de los secretos que el salamín hace que sea un embutido es la fibrosa vegetal y celulosa vegetal, un producto bastante moderno para estas elaboraciones dentro del rubro de los embutido, que reemplaza a la tripa que suele envolver a los embutidos convencionales.
Según su productor, las propiedaes de conservación son las mejores porque lo compone un medio ácido que no permite que se reproduzcan hongos ni bacterias y permite que dure dos meses fuera de la heladera.
Luis ideó este alimento en principio para que quienes les parezca razonable el veganismo pero extrañen sabores y alimentos tengan un camino más fácil, el novedoso resultado y sabor excede al segmento vegano y es una opción saludable, ideal para innovar en la clásica picada o para quienes gustan especialmente del tomate seco.