La miel, producida en varias provincias de nuestro país, es un gran antioxidante que contribuye a proteger nuestro organismo del estrés oxidativo relacionado con la aparición de una serie de procesos patológicos como el envejecimiento y la ateroesclerosis. Por lo tanto, el consumo de este producto es beneficioso para prevenir o, al menos, disminuir el deterioro funcional orgánico.
“La miel es una fuente de energía rápidamente disponible que permite mejorar el rendimiento físico, especialmente en los deportistas; incrementa la resistencia, favorece la recuperación y facilita los esfuerzos reiterados y prolongados”,aseguran desde el INTA. “No en vano este producto tiene cualidades reconocidas y utilizadas por los seres humanos desde tiempos remotos como alimento, medicamento y hasta en cosmética”.
Por su composición química, las mieles argentinas han demostrado poseer actividad antibacteriana, aún frente a cepas resistentes a antibióticos, y por su acción antitusiva resulta útil para el tratamiento de afecciones respiratorias. Además, es empleada dermatológicamente en forma tópica contra quemaduras y úlceras en la piel.
Además de estos múltiples beneficios es un alimento accesible, rico y fácil de incorporar, en alimentos, pasteles, panes, tés y variadas formas de ingesta.